Tras mucho tiempo sin
publicar nada, aquí os dejo algo.
Relato
Lo que a continuación voy a relatar, es una pequeña historia que ha
permanecido en los labios de aquellos que me la han transmitido. Espero que no
le deis el fundamento equivocado. La historia dice así:
Erase una familia en el campo, cuyo único sustento era la tierra.
Ésta, ya infértil, apenas producía nada y los hijos de su dueño tenían hambre.
Lo poco que les quedaba, permanecía guardado en el ático de la modesta casa que
habitaban.
Una tarde, un mendigo llegó hasta su humilde morada, donde con aires
de pobreza mendigó un plato de comida. Ante esto, el campesino ordenó a su
mujer:
—Ve al ático, baja un poco de grano y prepara algo de comer para el
invitado—. Acto seguido, la mujer vaciló un instante y contestó:
—Si le damos lo poco que tenemos, no podremos alimentar a nuestros
hijos…—. Tras decir esto, miró a su marido, quien una vez más con el gesto de
su mirada desafiante, ordenó lo mismo sin decir palabra alguna.
El invitado se sentó a la mesa, le ofrecieron el plato de comida. Este
sin más que la mirada de agradecimiento ante tan noble gesto, recitó:
—Dios te bendiga, hombre de buen corazón —.
Posteriormente, terminó ansioso su alimento y se marchó.
A la mañana siguiente, sin nada que llevarse a la boca, la familia
estaba condenada a morir de hambre, cuando uno de los hijos bajó del ático con
una cesta llena de grano. Ante el asombro del campesino, subió a ver que
sucedía. Una vez en el ático, encontró todo tipo de grano, verduras y alimentos
para su familia. No había sido tan feliz en mucho tiempo. Podía vivir un día
más.
“Y es así, como la gente es recompensada. Esta historia va de un
milagro, pero el milagro, el verdadero milagro es la generosidad y la compasión
de los hombres de buena voluntad. Aquellos merecedores del verdadero espíritu
de la humanidad.”