Renacer


Renacer

Cuando todo muere, queda sepultado bajo las profundas aguas negras de la oscuridad eterna en la que la muerte tiene dominio, solamente queda la esperanza de un nuevo nacimiento. Tras luchas incansables en los campos de batalla, el ser consciente de la mortalidad que cada ser humano posee es duro y doloroso, sobre todo cuando has sido herido en donde más te duele.
El observar como la fugacidad de la vida puede caer sobre alguien es impresionante, hecho trascendental, ya que estamos acostumbrados a glorificarnos en todo momento. Sin embargo, hay momentos para todo. Pues hasta el imperio más grande ha caído. Siempre es así, inevitablemente. Desaparecen para ser renovados por otros, los cuales pueden alcanzar la nueva gloria y mantenerse por un tiempo. Pero no por ello salvarse siempre de todo.
La mortalidad de cada ser se concentra en su vida. Cada momento es importante y puede ser el punto clave de muchas cosas y llegar a determinar nuestro destino. Saber escoger bien este camino dentro de la virtud es importante.
Pero aunque obremos bien, consigamos los mayores éxitos que encontremos, superando cada reto que se nos presente; es obvio que todo ello conlleva un gran esfuerzo y en muchas ocasiones un gran sacrificio que no todos están dispuestos a hacer. Las victorias son grandes y los fracasos pueden serlo aún más, pero lo esencial de estos hechos es el intento y el trabajo que hay de por medio. Sin esfuerzo y ganas por conquistar nuevas fronteras que para algunos son imposibles de alcanzar, la vida no merecería la pena. Sin sueños no hay realidades. Y sin realidades que atravesar, no hay sueños que merezcan la pena realizar.
Todos sabemos lo que se siente una gran victoria, pero faltan palabras para especificar lo que supone un fracaso. El temor por el fracaso es grande para muchos. Pero es inevitable fracasar en muchas cosas, quizá es el concepto; porque decir fracaso es un término algo fuerte. Motivo por el que volverlo a intentar merece la pena, es una definición adecuada. Dependiendo del momento y el hecho.
El miedo a fracasar no es más que un miedo a nada. Lo que tenemos que tener en cuenta es el miedo a no intentarlo. Sin intentarlo no cometeremos errores que nos harán ir por la senda correcta. A veces incluso, es el único modo de aprender bien una lección.
Cuando algo no sale como has deseado, el sentimiento de frustración e incluso tristeza puede inundar nuestra mente. Pero el sentimiento de superación y fortaleza para volver a renacer de las cenizas del error, sembrar el conocimiento y la sabiduría necesarios para llegar hasta donde deseamos es importante para fomentar el espíritu de superación que hemos de mantener a lo largo de nuestros días.
Todos tenemos derecho a estar tristes. Pero es más evidente aún, que tenemos un derecho y la firme convicción de superarlo y salir adelante, con ánimos para volver a intentarlo una y otra vez, sabiendo que quizá no a la primera, segunda o tercera, pero al final conseguirás lo que anhelas.
Pero mientras aguardes en las negras aguas de tus lágrimas, bajo las más horribles llamas y las negras tormentas que se presentan sobre los seres humanos, lo que les recuerda su condición de humanos imperfectos, ha de ser lo que les llene de ganas y fuerza para salir.
Pues el descanso eterno es lo único que salvará nuestra alma en el último día, pero hasta entonces, hemos de afrontar cada reto, hecho y acción de nuestra vida como una decisión que es vital para nuestra existencia.
Aunque se haya perdido, hay dos opciones en la evaluación de daños: perder algo que pueda ser o no repuesto, en cuyo caso, aunque no se pueda reponer, siempre habrá algo mejor. Pero el perder algo que no afecta en lo más mínimo, no es una pérdida, es simplemente que algo que no debía estar en nuestras vidas desapareció. Siempre para bien y provecho nuestro.
Solamente esperar el renacimiento es lo que nos conducirá a la salvación, el ver la luz aeterna que nos iluminará el resto del camino.
Pero antes de eso, hay que observar la humanidad, la carne y el hueso con el que estamos hechos, analizar lo mucho y a la vez poco que somos, hasta llegar a la conclusión de nuestra mortalidad.
Porque los humanos son mortales, hasta el más glorioso de los hombres es mortal, hasta el hecho más apoteósico puede haber tenido varios intentos, pero el espíritu y la lucha que hay de por medio para conseguirlo, es lo que animó a sus protagonistas a intentarlo.
Las aguas negras de nuestras humanas lágrimas, son caminos que todos atravesamos, pero el recuerdo, el olvido y el tiempo cura todas las heridas, hasta conducirnos a un nuevo renacer, pero hasta encontrarlo, recordemos que somos humanos y estamos en la tierra, que polvo somos y seremos, hasta el fin de nuestros días.
“Las lágrimas solo sirven de consuelo, pero el verdadero consuelo se halla en ver que las tenemos.”



Soledad


Soledad

Soledad eterna, eterna soledad. Tú que me acompañas,
En la más ardua y oscura de las noches plutónicas,
Por los largos caminos que nos brinda la vida;
¿Por qué este consuelo es idea temida?

La vida es larga, larga es la vida. Discurriendo cual rio
De corrientes puras con un solo final: llegar al mar,
Donde las penas en sus corrientes desaparecerán.
Se fundirá el temor, se acabará el pesar.

Y dime, ¿Esto terminará? ¿Habrá un final?
De las soledades vine y a las soledades volví.
Pues no hay mejor consuelo que la oscuridad.
Aunque amarga y fría, gélida y nocturna;

De mis soledades vine y a mis soledades volví.
—No hay peor tormento que la soledad —se suele decir.
Pero si a ella regresé, es porque en ocasiones
No hay otra salida a la situación.

Y por ende, la fría y malvada soledad
Es mi única compañera.
Porque cuando alguien está sentenciado,
No hay más salida, y si a la soledad vas.
Ten por cierto, que de ella, regresarás.
Pero siempre, siempre, existe el llamado…
El “volverás”…

R. C.