Tiempo de Conocer


Lo reconozco. Llevo tres meses sin apenas escribir nada, no obstante, eso no quiere decir que no tuviera ganas de hacerlo. El deseo por hacer que la tinta fluya es y será eterno, es algo que no se puede evitar. Dejando atrás este asunto, voy a hacer una pequeña reflexión acerca de algún o algunos temas que han ocupado mis pensamientos en los últimos días.



Tiempo de Conocer

Conocer. Interesante palabra. Debo admitir que más o menos hay un consenso entre los filósofos acerca de lo que podemos conocer: objetos intelectuales, tales como las ideas, o lo más elemental, un objeto físico. Nuestros sentidos están preparados para conocer la naturaleza material y la inmaterial, constituidas por cada una de las cosas que podemos tocar y las intangibles o las abstractas, respectivamente. Conocer es una actividad en la que el ser humano es formado durante gran parte de su vida. Conocer lleva a aprender y observar con los propios sentidos un conocimiento. El cual es transmitido hacia el cerebro, donde la razón y nuestra mente los procesa y donde posteriormente, son almacenados para disfrute del recuerdo.
El conocimiento es gloria, eso es innegable, porque aquel que posee conocimiento tiene poder en sus manos. Desde siglos anteriores, el poder es venerado de muchas maneras y ha sido codiciado por un gran número de individuos. Algunos lo han conseguido, otros han perecido en su intento, pero ha sido el intento, lo que en muchas ocasiones lleva a que sean venerados. Un poder absolutamente poderoso es la sabiduría. Pero no nos desviemos.
El conocer a la gente (entes materiales) es un aspecto interesante, pues cuentan de las dos naturalezas: la material (constituía por su cuerpo físico, que ocupa un espacio en el mundo y se ve atrapado en el tiempo) y la inmaterial (de carácter abstracto y que aunque no ocupe un espacio tangible, lo ocupa de manera intangible en nuestra mente, es decir, cuando almacenamos la información. En otras palabras, cuando la guardamos y la recordamos. Y no está sometido al tiempo, porque las ideas perduran aun cuando pasa este). Estas dos naturalezas están presentes en el ser humano, lo cual resulta ampliamente interesante, es decir, ver convivir ambas naturalezas en un mismo ente es un fenómeno asombroso.
Entender y comprender este proceso es más complejo y no entraremos en detalles, por lo que daremos por supuesto que cada uno entiende como conocemos a las personas. Una primera vista, una mirada, algo inicial, es lo que abre el contacto entre dos personas. Las intenciones que cada una pueda tener son ciertamente amplias, pero partiremos de una: conocerse.
Ver gente nueva, observarla y sacar conclusiones es una actividad a la que mucha gente está acostumbrada. Algunas veces por simple cotilleo, otras: por interés de acercarse y verificar qué es lo que pasa por la mente y el corazón de aquella persona. Es posible conocer muchos aspectos de las personas en un momento, con el simple hecho de preguntar y que se nos brinde una respuesta. No obstante, como el común de los hombres sensatos, hay que dejar pasar el tiempo. ¿Por qué? Simplemente por el hecho de conocer mejor y verificar los hechos con una mayor veracidad de los mismos. A través de estos se pueden elaborar juicios bastante más objetivos que los que provienen de las primeras impresiones. Las cuales, hay que destacar, son muy importantes para mucha gente. No obstante, no hay mejor juez que el tiempo. Solo este puede darnos a conocer un acontecimiento con mayor exactitud, para ser más precisos, con un mayor estudio o simple observación empírica de aquello que queremos conocer.
La gente que despierta nuestro interés siempre será digna de nuestra atención. Algunas personas lo consiguen por el simple hecho de tener algo que decir, otras, simplemente por el hecho de que se les da relevancia. Pero desde un punto de vista más cercano a las personas, supongo que el simple hecho de que alguien tenga nuestro interés es por algo, aunque desconozcamos el motivo, tarde o temprano, como he dicho: el tiempo se hace cargo de descubrir ante nuestros sentidos lo que a veces ocultamos, o simplemente, no vemos. De todos modos, es interesante observar y conocer a las personas, aprendemos cosas, enseñamos otras y siempre tendremos alguien con quien compartir aquello que nos llega de felicidad en el día a día.

Romario Castro